lunes, 8 de diciembre de 2008

Tras una pantalla.


Esperando, impaciente, una respuesta afirmativa. Quizá me conformara con cualquiera que dejara mostrar lo que el pensaba, fuera lo que fuera. En el momento de pulsar el intro, aquella simple pantalla de ordenador se convirtió en un mundo en el que los sentimientos desbordaban, sentimientos bonitos, si, pero también desesperados. Las contradicciones en mi pensamiento me volvían loca. La tardanza de su contestación me mataba poco a poco. La cara me ardía, se me nublaba la mente. Es curioso como sensaciones tan grandes te hacen perder la cabeza.
Había tomado el mando, me había sincerado y, al parecer el también con migo. Aunque de una manera menos directa. Sus indirectas me hacían pensar demasiado y yo solo ansiaba una respuesta clara y transparente. Tras ruegos y más preguntas conseguí lo que me había propuesto, aunque, por supuesto habían pasado los días. Sus constantes mensajes al móvil me hacían sonreir. Es curioso lo fácil que es hacer feliz ha un enamorado, pero aun más fácil es hacerle llorar, cosa que me preocupa. Dejaré que los días transcurran, las primeras experiencias siempre son difíciles y extrañas. No quiero que termine nunca…